La ciudad de los cadáveres, de Yoko Ota
Unos pocos días atrás llegó por fin a mis manos un libro que traduje hace bastante tiempo, el cual se había mantenido en el horno por más de lo deseado debido a imprevistos editoriales.
La austeridad de su portada contrasta con su contenido. Tal como indica su título, trata de una ciudad con cadáveres, pero no es un libro de terror, sino más bien de horror. Un ejemplo del horror, el odio y la miseria que puede expresar el ser humano, en este caso la tragedia causada por la bomba atómica en Hiroshima en agosto de 1945.
La maldad y la miseria retratadas en la obra resuenan en los tiempos convulsos en que vivimos hoy, donde la amenaza nuclear reaparece incómodamente en el horizonte, con más frecuencia que hace unos años.
La traducción de esta obra fue un proceso largo y complejo debido a la dificultad de transmitir la horrible experiencia de la autora, quien, al igual que todos, sufrió la tragedia sin entender bien de qué se trataba. Hoy todos conocemos, al menos teóricamente, el poder destructivo de una bomba atómica, aunque no hayamos estado cerca. Ella y sus contemporáneos experimentaron la destrucción en carne propia sin comprenderla, lo que se refleja en la incertidumbre del relato.
Sobre la autora se cierne la incertidumbre y el miedo a una muerte que cree inminente, ya que es lo que observa a su alrededor.
Por otro lado, más prosaico si se quiere, la traducción se realizó a partir de una reedición en papel incluida en una obra recopilatoria de la autora en el año 2020. Curiosamente, esta planteó una dificultad extra y de origen misterioso. Muchas palabras estaban mal escritas, como si se hubiera aplicado OCR descuidado e indiscriminado a un PDF de baja resolución.
Ejemplos:
お腰の減っていること en lugar de お腹の減っていること
〜と思ったら en lugar de 〜と恩ったら
Identificar esos ejemplos es fácil gracias al contexto y la gramática, pero otros son más complejos y me tomó más tiempo resolver, por ejemplo, al encontrarme con palabras inexistentes:
腐爛性, podredumbre, en vez de 糜爛性 vesicante o ulcerante, ya de por sí una palabra difícil.
Asimismo, aunque en menor medida, encontré errores que no pueden ser causados por fallas de OCR, puesto que mientras este puede fallar en letras visualmente parecidas, no lo hace en el caso de los homófonos:
科学兵器, armas científicas, por 化学兵器, que significa armas químicas.
Dado que suenan igual y semánticamente ambas son válidas para el contexto, resolver este tipo de problemas, fue necesario consultar también una edición digital en la que se consultaron y compararon todas las expresiones que causaran duda.
Además, el libro incluye caracteres obsoletos o no estándares en el japonés contemporáneo, como 軀 y 躯, ambos equivalentes a 体, que hace referencia al cuerpo humano.
La versión traducida fue complementada con un prólogo escrito en 1950, ausente en la versión impresa, pero disponible de forma individual en Aozora Bunko, la mayor biblioteca digital de literatura japonesa en internet.
A diferencia de Tamiki Hara en Réquiem, mi anterior traducción del mismo tema, que se caracteriza por su especie de lirismo y corriente de conciencia, Ota en La ciudad de los cadáveres es brutalmente más concreta y explícita. Dos enfoques distintos ante la misma pavorosa realidad.
Cuando a fines de los años 90 visité el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y posteriormente el Museo de la Bomba Atómica de Nagasaki recién empezado el siglo, sentí que de alguna forma había que dar más a conocer el desastre al mundo hispanohablante. Pienso que la traducción de ambos concluye así mi ínfimo pero sentido aporte a mantener vivo el recuerdo de esta tragedia inenarrable.
Agradezco a editorial Noctámbula por confiarme el honor de esta tarea.
2 Comentarios
Daremo
¡Oh, yo quiero esos libros! 😮 Es un tema que me interesa mucho, aunque también me angustia mucho… Habrá que buscarlos. 🤓
El museo en Hiroshima es escalofriante. Yo casi me eché a llorar cuando por fin pude visitar Japón (y ese lugar en particular) en 2017. 🥺
juan Luis Perelló
Y el de Nagasaki también lo es! De ninguno de esos museos se sale indiferente, por decir lo menos. Suerte con la búsqueda de los libros!